La representación
El Belén Viviente constituye una representación de diversas escenas de los pasajes bíblicos en los que se narra la Anunciación, la Huida a Belén de la Sagrada Familia, así como la reunión de los humildes pastores que culmina, posteriormente, en su Adoración ante el Niño Jesús, siendo interpretada en su totalidad por niños del pueblo de Cañada.
Han sido diversas las fechas en las que se ha ido desarrollando este Belén Viviente, aunque siempre próximas a las fiestas de Navidad. Normalmente tiene lugar el domingo previo al día de Nochebuena sirviendo, así, de fundamento y punto de partida para la representación del Auto de Reyes Magos que se desarrolla en nuestro pueblo durante los días 6 y 7 de enero.
ESCENAS
1ª Escena: Ángel Gabriel y María
2ª Escena: Herodes y el Ministro
3ª Escena: Virgen María
4ª Escena: San José y la Virgen María
5ª Escena: Rebeca y Jusepe
6ª Escena: San José y María
7ª Escena: San José y María con los posaderos
8ª Escena: Escena de los pastores
9ª Escena: Adoración de los pastores
Un enclave natural que dota de gran realismo al Belén
Las escenas se representan, actualmente, en la ladera de la montaña, bajo la ermita de San Luis, resultando un enclave natural que dota de gran realismo y de un encanto especial a la obra cuya duración es de aproximadamente una hora.
Los niños de Cañada, protagonistas
Los niños y niñas de edades comprendidas entre tres a trece años han participado, activamente, durante todo este tiempo en su realización, como parte fundamental de la vida cultural de nuestro pueblo, resultando su interpretación del todo meritoria dada la extensión y complejidad de los textos.
La evolución de la representación durante estos últimos veinticuatro años ha transcurrido desde su puesta en escena en el interior de la Iglesia, a la búsqueda de distintas ubicaciones en el exterior, diseminadas en diversas localizaciones del pueblo y siempre por la noche.
Personajes
Historia y Evolución
Las escenas que conforman esta representación fueron extraídas, en 1.967, por D. Manuel Ocaña Valverde del mismo libreto de D. Gaspar Fernández y Ávila que bajo el título “LA INFANCIA DE JESU-CHRISTO”, pertenecen a las del Auto Sacramental de los Reyes Magos. Son los primeros coloquios en los que está dividido este poema dramático y que constituyen el argumento previo de los sucesos bíblicos que acontecieron antes de la llegada y adoración de los Reyes de Oriente.
Fue, en ese año, la de su puesta en escena, por vez primera, al aire libre y de noche, sirviendo como escenarios las calles y casas del pueblo y, como actores, los niños de Cañada. La obra ya no volverá a representarse hasta el año 1971 impulsado por el entonces párroco D. José Martínez y siendo su continuador D. Rafael Pérez Babi. En 1973, se rehace el guion existente introduciendo nuevas escenas las cuales son transcritas del citado libreto. Durante los siguientes años la representación se desarrolló en la Iglesia Parroquial trasladándose, más tarde, al Teatro Her-mar. A principios de los años ochenta se realizan las últimas representaciones perdiéndose, así, la continuidad de este acto, durante varios años.
Es en 1993, cuando el grupo cultural “La Ormà” recupera El Belén Viviente como acto imprescindible de nuestra fiesta de Reyes. Posteriormente, la asunción de su organización y ejecución, por parte del Patronato de Reyes, ha determinado que el Belén Viviente lleve representándose, desde entonces, de forma continua e ininterrumpida.
Desde hace unos doce años se instalan los diversos escenarios requeridos en un paraje natural lleno de encanto donde se representan las diferentes escenas que resaltan su dinamismo y le confieren mayor realismo y ternura pasando, de esta forma, del encanto que propiciaba su representación nocturna, a la brillantez que implica su realización a plena luz del día, paliando, de alguna forma, los rigores climáticos que una representación invernal y nocturna conlleva y permitiendo, a los integrantes de la organización, ejercer un mayor control sobre todo el conjunto de la representación, evitando distracciones y procurando reducir, en la medida de lo posible, la presencia de factores externos y ajenos a la representación que, no obstante, casi siempre y aunque imprevistos, acontecen y debemos asumir.